Estás en todas partes, en cada risa en un recreo, en cada clase e incluso en cada jubilada, en cada ensayo de un baile y en cada cosa verde que veo.
No es la
primera vez que te extraño, tampoco la que te escribo y mucho menos la que te recuerdo.
No es la
primera vez que me siento mal por no llorarte todos los días, tampoco la primera
que pienso en cómo te molestarías si me vieras así, cuando tú y yo sabemos que
cuando se trataba de estar juntas, el llanto era nuestra compañía más pasajera.
No es primera
vez que me pregunto el porqué de las cosas, tampoco la primera vez que me quedo
sin respuesta.
No es la
primera vez que se me hace un nudo en la garganta al pensar cómo el tiempo nos
ganó, tampoco la primera vez que pienso en cuánto habría dado por evitarlo.
No es la
primera vez que me compro un CriCri y pienso en ti, tampoco la primera vez que
sonrío recordando tus tonterías.
No es la
primera vez que cambio de camisa sin que estés físicamente, tampoco la primera
que cambio de entorno.
No es la
primera vez que te siento con nosotros, tampoco la primera que te cuento como
otra de mis mejores amigas que tengo.
No es la
primera vez que te necesito, tampoco la primera que pienso en cuánto falta para
volver a vernos.
Muchas cosas
no han vuelto a ser primeras veces desde ya hace casi cuatro años, pero todas
las veces que se han repetido han tenido el mismo valor que la primera vez. Sólo
mueren las personas que se olvidan, por eso no me preocupo, porque sé que estás
aquí siempre, porque estoy a poco de graduarme y no quería hacerlo sin recordarte
que siempre estás en mí y en cada uno de nosotros, este año tú estarás sentada
junto a mí a la hora de buscar el título, estaremos sentadas juntas en la misa,
estaremos en el mismo carro en la caravana y sé serás la más linda de toda la
fiesta.
Porque aunque
muchos no lo crean, desde primer grado hasta octavo fuimos mejores amigas en
físico, luego comenzamos sin querer una etapa distinta, una etapa difícil que
le doy igual valor que le di a toda nuestra infancia juntas. Confío plenamente
que lees esto y lloras como yo, confío plenamente en que todo se resolverá y que
serán muchos los años que duraremos manteniendo esta amistad extraña para
muchos, pero única para nosotras.
Hace ya unos años
que te escribí El tren de por vida, y estoy segura que no lo olvidas, lo releo años
después y sigue teniendo el mismo significado, y me gustaría cerrar esta
entrada como cerré la primera que te hice:
“Siempre quedan los recuerdos, siempre
serás la parada del tren que más disfruté, la que más extraño y la que estoy
segura que al final del viaje volveré a visitar.
Eras la que más disfrutaba, eres la que más extraño
y serás la que nunca olvide.
Gracias por todo y disculpa.
a ti Andrea, mi parada favorita.
27.06.96 - 15.02.11”
27.06.96 - 15.02.11”