lunes, 17 de diciembre de 2012

Marly la sirena

Querido destinatario desconocido,

Debo admitir que no sé con que propósito tomo lápiz y papel si sé esta carta será inútil y seguramente recibida cuando sea muy tarde.

Quizás al salir el Sol en donde se encuentra ya acá yo me deleite de un cielo estrellado, compartiremos la vista, no de lo mismo, pero sin duda serán brillos especiales y sólo similares entre ellos, quizás sea una conexión extraña que ambos sentimos y no sabemos, o quizás sólo sean sentimientos encontrados entre el frío y el hambre que, quizás, ambos vivimos.

Espero usted sea un gran capitán parecido al del barco que me abandonó en esta isla, claro, esperando no haga lo mismo. Podría también ser una amiga que se volvería mi confidente, jugaríamos poker y tomaríamos vino juntas. Sería bien recibido también, que usted sea un marino que desea rescatarme, la verdad, incluso fuese quien fuese, mientras tome la molestia de leer mis letras y desee rescatarme será bien recibido, aquí sólo tengo cocos y una que otra hoja seca, de ser usted mi salvador, le daría todo lo que poseo ofreciendo mi gratitud.

Pero basta de tratar de deducir quien es mi destinatario desconocido, debo presentarme, digamos que en esta oportunidad soy un producto y usted el comprador, debo lograr que usted desee tenerme, por así decirlo.

Soy Marly, una jóven española que abordó un crucero y la dejaron abandonada en una isla. Debería dar mi ubicación pero sólo veo más y más agua, no pasan barcos de ningún tipo, sólo uno que otro cangrejo.

Ahora que lo pienso, será imposible que me consiga, tanto usted como cualquier persona. Sencillamente estoy escribiendo sin sentido a alguien que quizás guste leer o quizás ni sepa que es eso. Pero heme aquí, pidiendo que aunque no pueda salvarme, lea mis últimos gritos de auxilio.

Ya hace semanas que me encuentro en esta isla, de poder comunicarse con mi madre, dígale que era cierto, no debía montarme en las barcas de vela negra, pense había dicho lo contrario, disculpa mamá. A mi padre no lo busque, no importa, no se enteró cuando nací ya que nos abandonó antes, no creo le importa cuando sea mi muerte.

Debo agradecerle por leer mis últimas palabras, por atreverse a abrir la botella, y en caso de haber visto la botella sin abrirla, esto también va para usted, gracias por hacerme callar indirectamente, yo tampoco la habría abierto de ser usted. Incluso, gracias a aquel barco que quizás rompió mi botella y ahora la tinta de mi pluma se borra bajo el agua mientras el papel de deshace entre las algas.

Aseguro moriré cuando este papel conozca su destinatario, y está bien, así lo quería el destino, así lo escribió y ni usted, ni yo ni nadie valemos como para influir en ello.

Quisiera decir que lo extraño y lo amo, pero a decir verdad no tengo, ni tendré, seguridad de realmente sentir algo por usted puesto a que como ya le he planteado, no lo conozco, o quizás si. Si quiera sé si logrará leer esto debido a que no sé si comparte mi lenguaje, pero bueno, si a usted le llegó es porque es el indicado. Sin ánimos de hacer extensa mi declaratoria de nunca sabremos que sentimiento y ya sin más cosas sin sentido, que decir, siento por usted, el mismo todo y el mismo nada que siente por mí.

 
Recuerde tratar de formar un lindo recuerdo de mí.
Saludos,
su remitente desconocida.