lunes, 7 de mayo de 2012

Como tuercas ensambladas, funcionamos a par.

Han pasado meses desde que te fuiste, desde que me dejaste en aquel tranvía mientras me gritabas, irónicamente, pidiéndome que no armara escándalo. Siempre fuiste de ese tipo, esos que gritan para pedir silencio y arman guerras buscando paz, y yo de esas que con una sonrisa estúpida y unas disculpas sin significado te pasaba todo.

Después de llorarte un río mientras me gritabas para que no gritara, volví a casa en el primer tren que pasó, buscando aquella otra mitad que con el último insulto me quitaste, que no habría sido el último de no ser por la multitud que allí nos miraba por tus gritos, pero claro, me pedías a gritos que me callara.

Caminaba por una de las dos aceras, con mi par de piernas, viendo con mi par de ojos y usando un par de guantes por aquel frío que hacía, llegue a casa, a la que solía ser nuestra, subí un par de escalones, me quite mi abrigo y baje al comedor, me senté sola y silenciosa esperando a que vinieras, de mis ojos cayeron un par de lágrimas que sequé al instante, no quería matar el silencio que a decir verdad, era el único que me acompañaba en esa mesa.

Ahí estaba, sentada frente a la cena con un par de cubiertos, un par de sillas vacías que como siempre sobraban en el comedor y sólo un par de sentimientos cruzados. Reconozco que coloque tu puesto, y es que no puedo superar esa tonta costumbre, me atrevería a decir nuestra tonta costumbre, de ser uno en dos.

Y fue ese el momento en el que comprendí que muchas cosas funcionan a par, tú y yo por ejemplo. Comprendí que aunque trate de hacerlo no todo se logra de a uno, podría gritarme a mi misma por horas sin sentido alguno, pero sé que para murmurar necesito de ti: necesito que seamos par. No creo buscar otro par, porque como piezas de rompecabezas sé que puedo buscar una pieza que quepa y podría solventar, pero al pasar del tiempo existirá otro problema, la pieza cabe pero no ensambla y la imagen no se vería bien, sé que fuimos hechos el uno para el otro y que otro no nos serviría ni a ti ni a mí, por más que te quejes de mis mascotas y libros viejos que no quiero botar.

Y me atrevo a preguntarte como si me escucharas, ¿conseguirás a alguien que te doble las medias como yo? Dudo que ella se tome la molestia de picar la carne por tu grima hacia el sonido del cuchillo al rozar el plato, mucho menos que alguien comprenda tu fanatismo insólito hacia las películas blanco y negro, ni tu maña de dormir con la luz prendida. Son esos detalles que sólo entendemos esos que estamos destinados a ser par.

No te diré que me encanta preparar el café expreso todas las mañanas, ni que tu costumbre de lavar la ropa interior dos veces no la desgasta, pero para mí tu terquedad y tus mañas insólitas son sólo otra razón para amar el que seamos tan imperfectos que al unirnos logremos ser perfectos, somos tan incompletos que sólo funcionamos juntos: sólo funcionamos a par.

                                                                                                            

Sé que "Si buscabas cursilerías se suponía  te equivocaste de blog" pero hice una excepción, sé también que llevaba tiempo sin escribir, el tiempo se me va rápido y abandono el blog, disculpen. Gracias por leerme y saludos.