martes, 8 de enero de 2013

Viaje de un silencio.

Al principio era sólo una puntadita en la boca del estómago, comenzó pareciendo ser algo pasajero, pasaron los días y la puntada no parecía tener planes de dejar su cuerpo, no empeoraba pero se mantenía. Se mudo a su cuerpo un tiempo… después de meses parecía haber desaparecido por completo, pero luego comenzó un peso en la espalda, un dolor fuerte que empeoraba de a ratos, bastaba con pensar en él para que el dolor se duplicara, cuanto antes debía conseguir una solución a él, cualquier cosa que significara no hablar de ello.

Pasaron semanas, incluso meses y el dolor se mantenía, producía insomnio y un sin fin de pensamientos, de vez en cuando lágrimas, comenzaba a ser desesperante, el dolor era oportuno, disminuía y aumentaba de momentos, este dolor comenzó a viajar por todo su cuerpo. Sentía caminar el dolor por su cerebro, era pequeño como hormigas danzando pero pesado y molesto como una manada de elefantes, de allí caminó por su garganta raspándole y torturándole cada vez más, trataba de escapar por sus labios pero logró evitarlo antes de ser demasiado tarde, se negaba a hablar a toda costa, el dolor podría comerse sus entrañas pero no hablaría.

De vez en cuando se recostaba en sus párpados mientras estos bailaban húmedos, bajaba por todo su rostro y volvía a entrar por su cuello hasta la garganta, persistente e insistente se mantenía allí, de nuevo con dirección a su boca, se enredaba en su lengua pero lo frenaban sus dientes. Bajaba a sus rodillas de golpe y las hacía temblar, a tal punto que el mismísimo dolor se veía atado a viajar a sus pies generando un cansancio indescriptible.

En su trayecto generaba nervios en sus manos haciéndolas temblar y sudar, poco a poco se tornaba más y más intenso, cada vez menos tolerable, parecía ser una competencia insaciable entre el hablar y el tragar grueso y permitir que el dolor siguiera de paseo en su cuerpo. Trataba de hacerse fuerte pero le era imposible, intentaba no pensar en él pero allí estaba, viajado instantáneamente a su oído buscando su atención, el dolor seguía su trayecto a sus hombros bajándolos, bajando también su ánimo y sus ganas de seguir soportando tal tortura.

Justo después de hacer de las suyas en los hombros se introducía en sus pulmones dificultando su respiración, cada porción de oxígeno venía atada a una pequeña presión de este dolor viajero, que parecía ya estar por culminar y por llegar a su destino final.

Y así era. De no ser suficiente travesía, para culminar el recorrido se atascaba en su corazón, no permitía que este bombeara la sangre sin llevar un poco de dolor en cada gota, sumándosele arrepentimiento, incertidumbre y dudas , esta parecía ser la parada favorita del dolor, se mantenía y mantiene allí desde ya hace un tiempo, parece no querer irse y creo este cuerpo insignificante no hacer nada para que eso pase, ¿quién creería que unas palabras que se dejaron de decir causarían tanto agobio?